miércoles, 31 de julio de 2024

Impuestos y socialdemocracia

Impuestos, paguen mas los q mas tengan. El papel de los impuestos en una sociedad moderna. (La actualidad aconseja volver a publicarlo)

Terminada la Segunda Guerra Mundial, en muchos países europeos, en unos antes en otros más tarde, se instaló un modelo de sociedad que hemos llamado Estado de Bienestar. En dicho modelo de sociedad se plasman aquellos sueños de los movimientos obreros y revolucionarios del siglo XIX y XX, las luchas de las izquierdas y progresistas junto con algunas derechas democráticas europeas implantan para el conjunto de las poblaciones, la sanidad y educación públicas, los subsidios para los necesitados y parados y la atención al final de la vida laboral, las pensiones.

Este modelo de sociedad trataba de satisfacer necesidades básicas para todos, logrando así una paz social que repercutía en la mayor obtención de beneficios empresariales. El costo del estado de bienestar está sustentado por los gobiernos con los impuestos, que se tratan de aplicar lo más progresivos posibles, recaudando más a los ricos para poder distribuir a los pobres y menos favorecidos.

En el último tercio del siglo pasado, el neoliberalismo difunde la teoría de que los impuestos perjudican enormemente a los ricos, y mejor es suprimirlos. Comienzan las ofensivas de los ricos contra los impuestos, y toman variados caminos para reducir su aportación al bien común: la elusión fiscal, el ocultamiento en paraísos fiscales, la difusión de teorías de que el estado/gobierna nos roba, etc. En los lugares donde los resulta muy difícil acabar con ellos, pelean tenazmente por su reducción, con la peregrina idea de que ese dinero estará mejor en sus bolsillos y generará mayor riqueza que beneficiará a todo el mundo. La realidad demuestra que eso es una gran mentira, existen innumerables estudios sobre las desigualdades y su aumento en los últimos años mostrando que los ricos pagan menos impuestos y las desigualdades aumentan a ritmos altísimos.

En España, los partidos derechistas, tienen el mantra de la reducción de impuestos como principal doctrina económica. Reducen impuestos allí donde gobiernan, en las Comunidades Autónomas, al tiempo que reducen prestaciones públicas, sanidad, educación… y al mismo tiempo claman porque el Estado les aumente la financiación. Reducen impuestos en sus lugares y a cambio piden más dinero a papá Estado.

En muchos lugares de España y entre muchos sectores sociales y políticos, incluidas las izquierdas, se está instalando la idea de lo injustos que son los impuestos. Ya no solo se utiliza el mantra de reducir impuestos, últimamente empieza a calar la idea de: los impuestos de los ricos devolverlos a los ricos, a sus bolsillos, a sus territorios, a sus empresas, lograr que de lo recaudado se reinvierta una gran parte en los barrios ricos, aumentando sus dotaciones de servicios, mejorando urbanismo, comunicaciones y servicios exclusivos en sanidad y educación. El enorme aumento de la sanidad privada y de colegios concertados, principalmente en Madrid y Cataluña, es una muestra de esta deriva de particulares mejoras a los pudientes, además desviando mucho de lo recaudado, dinero público en los presupuestos, a subvenciones para empresas, a gasto público en obras o proyectos que fundamentalmente tienen como objetivo meter pasta en el bolsillo de sus amiguetes.

El Madrid de Ayuso tuvo como asesores fiscales a Institut Ostrom Catalunya, un laboratorio de ideas fundado y mantenido por independentistas catalanes, neoliberales of course, que contribuyeron a elaborar el documento que presentó la Comunidad Madrileña al Gobierno Central con sus opiniones sobre la reforma tributaria. Y ahora vuelve en Cataluña otra ofensiva parecida.

No puede ser que Cataluña sea la tercera en aportar recursos y la decimocuarta en recibir recursos. No es un privilegio, es una cuestión de justicia’’ Salvador Illa discurso en la federación del Baix Llobregat, junio 2024.

Claro que Cataluña es una de las comunidades que más aporta al conjunto nacional, por ser de las comunidades ricas aporta permitiendo al Estado redistribuir a las comunidades pobres, pero esto es lo justo, que los primeros en recibir sean los necesitados. Y es lo normal. Cataluña y en mayor medida Madrid, -que aporta más- concentran la mayor cantidad de los super ricos de España, seguidas de Baleares. Al margen quedan País Vasco y Navarra, con su particular y privilegiado sistema de financiación de cupo y concierto, recogido en la Constitución, por fueros especiales mantenidos por el franquismo, pero claramente al margen de criterios progresistas de igualdad y solidaridad.

Si cada cual aportara llevándose lo mismo que aporta, se acabaría la redistribución. Dejando al margen que los impuestos los pagan las personas, físicas y jurídicas, y no los territorios, aunque la idea teórica que subyace es la misma, mantener los privilegios de nacimiento, aumentar las desigualdades apoyándose en tratos de favor históricos, en privilegios por factor de nacimiento, o en muchas ocasiones por dinámicas históricas violentas, o simplemente injustas. Sirvan como recordatorios: los mayores precios pagados por todos los españoles a productos textiles debido al proteccionismo o favores a la industria catalana; los ‘planes de desarrollo’ del franquismo fueron comandados por grandes economistas catalanes, que influyeron en primar desarrollos económicos allí. Si el gran complejo industrial de SEAT se hubiera instalado en Castellón, por ejemplo, y el complejo petroquímico tarraconense se hubiera llevado a Murcia o Almería, los recursos hoy estarían mejor repartidos. Al igual ocurre con Madrid y sus privilegios capitalinos.

La idea de que paguen más los que más tienen, para así poder redistribuir entre los menos favorecidos es un pilar básico de las ideas de izquierdas, progresistas y socialdemócratas del siglo XX en Europa, descartadas las revoluciones, la única forma de mantener una sociedad moderna civilizada. Esta idea comienza a resquebrajarse y el estado de bienestar empieza a reducir su impacto benefactor. No solo no aumenta prestaciones, sino que las disminuye, generando gran insatisfacción entre los no favorecidos que se alejan cada vez más de la democracia. Está pasando entre las personas y también los territorios,  del formato federal, multilateral, que tiene España, con la salvedad anti-igualitaria del País Vasco y Navarra, se está pasando a un estado confederal, en donde dos estados, España y Cataluña, negocian bilateralmente al margen del resto.

Zapatero también contribuyó a esta dinámica cuando dijo aquello de, ‘bajar impuestos es progresista’. No por favor. No voy a arreglar el mundo por decir estas cosas, ni tu. Pero no quiero que me hagan comulgar con ruedas de molino.

Independentismo catalán, una forma de neoliberalismo

 ¿El retorno de impuestos a los mismos territorios? pero ¿por qué tiene que haber retorno a los que pagaron? devolver el dinero de los impuestos a los ricos se pretende revolucionario, romper el criterio de solidaridad interterritorial español, y europeo, se presenta como progresista, que desfachatez.  A un neoliberal se le ocurre la feliz idea de denunciar que los impuestos son una carga, dicen que es dinero de nuestros bolsillos que nos obliga a pagar el Estado, pagamos sin obtener nada a cambio, gritan los pagadores y pretenden que les ayuden a lograr su devolución. Quieren olvidar las luchas históricas del movimiento obrero por recuperar una parte de la plusvalía que le arrebataron, pretenden tapar tras la cortina secesionista la historia de conquistas posteriores a la II guerra Mundial. 

Acabada la Guerra había millones de obreros armados, derrotados los fascismos y con un sistema comunista que hacía competencia al capitalismo, aconsejaban repartir parte de la plusvalía, reducir desigualdades, y una de las vías que se utilizó fueron redistribuir los impuestos recaudados por el Estado hacia los más necesitados pagando un salario social como forma de asegurar la paz a cambio de unas condiciones de vida que garantizaran educación, sanidad y mantenimiento en los días de imposibilidad de trabajar, por paro, enfermedad o vejez. 

En Europa se formalizó un contrato social -pacto inter clases para convivir- tomó el nombre de Estado de bienestar, que dura hasta hoy. Tras la derrota de los sistemas comunistas a finales de siglo, la globalización y la interconexión de mercados productivos y financieros, los ricos del planeta, entre ellos los catalanes, creen llegado el momento de eliminar los impuestos, consideran superflua esa contribución que hacían para garantizar la seguridad y el equilibrio de una sociedad. Lo empezaron formulando en la época de Reagan y Thacher, entonces lo formularon bajo la teoría de dejar los impuestos en manos de los ricos, porque decían que ellos generaban actividad económica y así caerían unas migajas al resto, posteriormente trasladaron la producción industrial a los países emergentes con ínfimas condiciones laborales y mínimos derechos evitaban los costes de salarios occidentales mientras su dinero volaba de un país a otro. Se extendieron por todos los rincones paraísos fiscales y leyes con subvenciones, exenciones, y puertas abiertas a toda treta y elusión fiscal… y ahora, nos quieren convencer los independentistas de que los impuestos deben quedarse en casa de quien los paga, que suena a que los impuestos son para quien los paga, exigiendo su devolución. Este es uno de los ejes de la autodeterminación. 

Según su argumento, ¿tendremos que devolver los españoles, miles de millones de ayuda comunitaria que hemos recibido de la UE? Durante años pasados hemos sido uno de los países del mundo que mayor volumen de ayuda haya recibido nunca, en cifra superior a lo que representó en la posguerra mundial el Plan Marshall estadounidense para Europa. También recibió ayudas de la UE Cataluña. Un principio socialdemócrata y de la política europea es el de los que más tienen deben contribuir en mayor medida, con el que manifiestan disconformidad los independentistas catalanes. Mala tarjeta de presentación para solicitar la entrada en un club que tiene establecida como una de sus reglas obligadas la contribución solidaria de las regiones ricas hacia las regiones pobres, porque ¿alguien duda de que una supuesta Cataluña europea tendría que contribuir a la UE? La contradicción de postulados secesionistas es permanente, presumen de sus buenos datos económicos para convencer a la audiencia de que si los utilizaran para sí mismos serían todos más ricos. Pero, precisamente dichos argumentos de potencialidad económica justifican su contribución solidaria, en España y en Europa, que es contra lo que protestan. 

‘’Porque efectivamente los impuestos los pagan personas y empresas, pero, el retorno vía inversiones y gastos presupuestarios se refiere a los territorios, a los ayuntamientos y a las comunidades autónomas.’’ Argumentario independentista, razón número 33. 

En el imaginario secesionista no existe la redistribución, uno de los aspectos más importantes de la socialdemocracia, rebajado ya aquel principio socialista de a cada cual según su necesidad de cada cual según su capacidad la redistribución es un pilar del estado moderno que el independentismo quiere hacer desaparecer, precisamente lo cercano a las izquierdas, aquello que fue considerado revolucionario, igualdad, libertad, solidaridad o fraternidad. La filosofía contenida en el párrafo secesionista anterior, -razón 33- es abiertamente neoliberal, dice, los impuestos para quien los paga, que los devuelvan. La teoría sustentada por los soberanistas presupone que los impuestos pagados por quienes viven en La Moraleja o el barrio Salamanca, de Madrid, en Pedralbes o las Tres Torres en Barcelona, tienen que retornar a esas personas que pagaron, retornar en forma de inversiones en sus barrios, en sus círculos sociales, pero entonces ¿por qué pagarlos, para qué hacer la pantomima y el gasto de recaudar para devolvérselo a  los mismos? Si aceptamos que lo normal es retornarlos a su origen, apoyamos el criterio de que se queden en sus empresas y bolsillos, que es realmente lo que dicen los ricos del mundo y los defensores del neoliberalismo. 

La idea que transmite es lo esencial, la solución que proponen parte de la filosofía neoliberal y aplica modernas técnicas xenófobas, la culpa de todos los males la tienen los extranjeros, los españoles nos roban nuestras riquezas, nos quitan nuestro trabajo, ellos se llevan las ayudas sociales que te daríamos, los otros culpables… Están diciendo ‘dejemos de pagar sus vicios con nuestro dinero, porque ya se sabe, son vagos, que no quieren trabajar’… los recortes en Cataluña son culpa de ellos, porque se llevan nuestro dinero los vagos andaluces. Lo increíble, lo peligroso, es que esta argumentación se haya extendido como la espuma entre individuos que se decían de izquierdas. 

Quizás no sea tan raro, situaciones similares confirman las encuestas sobre las bases sociales de apoyo de los partidos ultraderechistas y xenófobos en Europa en territorios de antiguos votantes a partidos obreros. Llevan al simplismo de meter en un saco a los españoles y en otro a los catalanes. Dos grupos en el que todos sus integrantes se hacen aparecer como iguales, para fabricarse un enemigo fácil de identificar, simplifican y retuercen la realidad para auto posicionarse cómodamente en el bando de los buenos, lo cual es el criterio utilizado por los xenófobos, extienden el miedo a los diferentes, los de fuera y generan hostilidad y rechazo hacia los otros por peligrosos, por lo que hay que identificarlos y marcarlos para separarlos. 

Limitar el problema de la secesión catalana al reconocimiento de un sentimiento indentitario oprimido, es estar ciegos ante la importancia de los aspectos económicos en el impulso que han dado ERC/CiU y en la toma de decisión por parte de las élites catalanas a favor de la independencia. Ambos aspectos –identidad y economía- influyen fuertemente en la cuestión de captación de voluntades. Ambos aspectos requieren explicaciones si pretenden convencer de su injusticia y regresión a miles de personas que ya los han asumido como propios, y encima bañados con un halo progresista para justificar cómodamente la postura individual de independentista sobrevenido.  Imposible vencer sin convencer, dejar como único camino el aceptar el enfrentamiento que está en la base de la idea nacionalista de exclusión es un error, por insuficiente. Aunque para convencer se han perdido muchos años, ahora será más difícil, porque una vez tomada postura, las personas buscan reafirmarla buscando ideas en su grupo rechazando leer/escuchar a otro distinto al suyo. 

Esta es una secesión liderada por argumentos de ricos que se quieren largar llevándose sus pertenencias, su territorio con todo lo en él contenido, con gran aparato populista y apoyados en sentimientos catalanistas, nacionalistas, ya que toda coartada necesita partes de verdad para ser realmente creíble. Una parte de los privilegiados, una parte de las élites económicas y políticas catalanas, se dicen ‘hasta aquí me sirvieron los españoles, a partir de ahora, en un mundo globalizado de poco me valen los mercados nacionales y menos en una Europa comunitaria’, en la que creen poder estar por sí solos, además quieren pagar menos impuestos en un estado nacional hecho a su medida, lo cual significará menor redistribución, menor estado de bienestar catalán.  

Anuncian la reducción del salario social, reducir el estado de bienestar, como forma de abaratar costes, ya me dirán cómo es posible con una deuda superior a 40.000 millones de euros –en 2012-. Piensan en tener menos regulaciones y mayor facilidad para saltárselas, consideran que es mejor que los capitales sean globales, hoy más sencillo que antes, y las cortapisas para ellos, dicen que siguen siendo españolas.  El modelo de sociedad que se vislumbra no es precisamente progresista, en el sentido que manejan las izquierdas, al revés, parece un modelo social similar al americano, menores impuestos, menor gasto social y mayores diferencias, alejándose de la sociedad europea que conocemos. 

El independentismo es una forma de neoliberalismo apoyado en la libertad del dejar hacer, dicen los poderosos, los ricos y corporaciones: dejarnos ser libres, aquello que me impida hacer lo que quiero no es bueno, que nadie me obligue a pagar impuestos, lo democrático es hacer lo que quiero. Están convencidos de que su importancia económica en medio de mercados financieros globalizados les posicionará con el norte junto a los privilegiados de Europa, -interesante opinión norte sur de Gil Calvo- y encontrará mejor financiación e integración separada de los pobrecitos españoles. Lo cual es una contradicción entre lo que piensan las élites, y lo que escriben y difunden para sumar independentistas, el mensaje hacia fuera habla de una Cataluña rica y próspera, mientras que el difundido al pueblo es el de una Cataluña empobrecida por la explotación española. Por supuesto nunca aparecen culpables catalanes de corrupción y prebendas, nada sabemos de culpables catalanes por la enorme deuda de Cataluña, ni su responsabilidad en las políticas de recortes...


La primera vez que publiqué el texto anterior, fue en 2012. Posteriormente lo he ido volviendo a publicar en ‘Arian seis’. Ahora parece que vuelve a estar de moda con la exigencia de una financiación singular.

 

martes, 23 de julio de 2024

Elecciones EEUU. Previsiones. Voto latino

 

Previsión voto latino en EEUU.  https://pewrsr.ch/3xTUqcw

Cómo ven los votantes latinos las elecciones presidenciales de 2024

Un cartel de votación bilingüe en el Ayuntamiento de Miami Beach, Florida. (Jeff Greenberg/Universal Images Group vía Getty Images)
(Jeff Greenberg/Universal Images Group vía Getty Images)

Entre 2016 y 2024, el número de latinos elegibles para votar creció de 27 millones a una estimación estimada de 36 millones.

Si bien los votantes latinos han favorecido a los candidatos demócratas en las elecciones presidenciales durante muchas décadas, el margen de apoyo ha variado. En 2020, el 61% de los votantes latinos votó por Joe Biden, mientras que el 36% votó por Donald Trump, un margen más estrecho que en 2016 entre Hillary Clinton y Trump.  

Cómo lo hicimos

A continuación, se presentan datos clave sobre cómo los votantes latinos registrados ven a los candidatos presidenciales y los principales temas de cara a las elecciones de 2024, según una encuesta del Pew Research Center. La encuesta se realizó del 1 al 7 de julio después del mal desempeño del presidente Biden en el debate del 27 de junio y antes de que Trump resultara herido y un espectador muriera en un tiroteo en un mitin de campaña el 13 de julio.

Un gráfico de barras divergentes muestra que, a principios de julio, los votantes latinos estaban divididos entre Biden y Trump; aproximadamente 1 de cada 4 apoyaba a Robert F. Kennedy Jr.

Porcentajes iguales de votantes latinos registrados dicen que votarían por Biden y Trump en las elecciones de 2024. Aproximadamente un tercio de los votantes latinos (36%) dicen que votarían o se inclinarían por cada uno de los candidatos si las elecciones se celebraran hoy.

Robert F. Kennedy Jr., candidato de un tercer partido , obtiene el apoyo del 24% de los votantes latinos registrados. El apoyo a Kennedy es mayor entre los latinos que entre los votantes estadounidenses en general (15%).

Relacionado:  Los candidatos a la presidencia de terceros partidos e independientes a menudo no alcanzan los primeros resultados de las encuestas

Ni Biden ni Trump cuentan con la confianza de la mayoría de los votantes latinos en varios temas.

Un gráfico de barras que muestra que, a principios de julio, aproximadamente la mitad de los votantes latinos tenían confianza en Trump en materia de política económica.

El estado de la economía estadounidense y la inflación han sido temas prioritarios para los votantes latinos en 2024.

Aproximadamente la mitad de los votantes latinos (52%) dicen que confían en que Trump tomará buenas decisiones sobre política económica.

En comparación, cuatro de cada diez dicen tener confianza en Biden en este ámbito. Trump también tiene una ligera ventaja sobre Biden en política exterior.

Mientras tanto, el 49% de los votantes latinos dice que tiene confianza en Biden para seleccionar buenos candidatos a la Corte Suprema, en comparación con el 42% que dice lo mismo de Trump.

Cuando se trata de tomar buenas decisiones sobre la política del aborto, el 50% de los votantes latinos expresan confianza en Biden, mientras que el 45% tiene confianza en Trump.

Y en materia de inmigración, el 39% tiene confianza en Biden, mientras que el 45% tiene confianza en Trump.

Un gráfico de barras que muestra que, antes del tiroteo en el mitin de Trump, los votantes latinos veían a Biden como más honesto y a Trump como mentalmente más agudo.

Relativamente pocos votantes latinos describirían a Trump como honesto y a Biden como alguien mentalmente agudo. Aproximadamente la mitad de los votantes latinos (55%) dicen que “honesto” describe muy bien o bastante bien a Biden, mientras que el 30% dice lo mismo de Trump.

Y sólo una cuarta parte de los votantes latinos dicen que describirían a Biden como “mentalmente agudo”, mientras que casi el doble (49%) describen a Trump de esta manera.

Los votantes latinos siguen teniendo una opinión más favorable del Partido Demócrata que del Partido Republicano. Sin embargo, ninguno de los dos partidos es visto con buenos ojos por la mayoría de los votantes latinos (ni por el público en general ).

Gráficos de barras que muestran que los votantes latinos ven al Partido Demócrata ligeramente más favorablemente que al Partido Republicano.

Alrededor del 44% de los votantes latinos registrados tiene una opinión muy o mayoritariamente favorable del Partido Demócrata, mientras que el 32% dice lo mismo del Partido Republicano.

Las opiniones sobre el Partido Demócrata también varían entre los votantes latinos en función de ciertas características demográficas:

  • Las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de decir que tienen una opinión favorable del Partido Demócrata (50% frente a 40%).
  • Los votantes latinos de 50 años o más son algo más propensos que sus contrapartes más jóvenes a decir que tienen una visión favorable del Partido Demócrata (48% frente a 42%).
Gráficos de barras apiladas horizontales que muestran que los votantes latinos tienen más probabilidades de decir que el Partido Demócrata se preocupa por personas como ellos que de decir lo mismo del Partido Republicano.

La mitad de los votantes latinos registrados dicen que el Partido Demócrata se preocupa al menos un poco por personas como ellos. Cuatro de cada diez tienen la misma opinión sobre el Partido Republicano.

De manera similar, cuando se les pregunta a los latinos cuánto se esfuerza cada partido para ganarse el voto de personas como ellos, aproximadamente la mitad de los votantes latinos dicen que el Partido Demócrata trabaja al menos algo duro (54%) en comparación con el 47% que dice lo mismo del Partido Republicano.

Nota: A continuación se presentan las preguntas utilizadas para este análisis , el resumen y la metodología de la encuesta .

jueves, 18 de julio de 2024

Trump ganará- El resto del mundo perderá

 

Ninguna sorpresa en el atentado contra Trump.

JOE MATHEWS. 18 JUL 2024 - EL PAIS

Lo que más espanta del tiroteo en el mitin republicano es su coherencia con la violenta realidad de Estados Unidos

Era totalmente previsible, dada la frecuencia con la que se producen actos violentos en Estados Unidos. Peor aún: los investigadores no han conseguido descubrir que Thomas Matthew Crooks, de 20 años, tuviera ningún antecedente de enfermedad mental, así que es posible que los estadounidenses tengan que afrontar la espantosa realidad de que el intento de asesinato, además de ser un crimen y un ataque contra el proceso político nacional, haya sido un acto racional.

¿Cómo puedo decir una cosa así?

Porque el disfuncional sistema de gobierno de Estados Unidos hace que sea demasiado difícil resolver sus problemas más graves por medios democráticos y no violentos.

Y no es casualidad que uno de esos problemas sin resolver sea la propia violencia.

Los estadounidenses se han acostumbrado a considerar los tiroteos de masas —es decir, aquellos en los que resultan heridas o muertas cuatro personas o más— como algo habitual. En los tres últimos años se han producido en el país más de 600 tiroteos de masas al año, aproximadamente dos al día. El intento de magnicidio del sábado también lo fue, puesto que el resultado fueron dos muertos (el tirador y un bombero que se encontraba entre la multitud) y al menos otros dos heridos.

Más trágico todavía es el hecho de que los estadounidenses se hayan resignado a tener unas tasas de violencia que están entre las más altas del mundo occidental, incluida la cifra anual de más de 40.000 personas muertas por heridas relacionadas con armas de fuego; un número que ha aumentado más de un 40 % desde 2010. La mayoría de esas muertes son suicidios, que ocurren cada vez más entre personas jóvenes. En este contexto, el hombre de 20 años que intentó asesinar a Trump seguramente sabía que lo matarían en cuanto disparara, así que su caso no tiene nada de especial sino que es bastante corriente.

Otro factor importante es la violencia política. Los estadounidenses pueden recitar de memoria varios actos violentos que tuvieron gran repercusión: el atentado que en 2011 estuvo a punto de acabar con la vida de la congresista Gabrielle Giffords; el tiroteo que en 2017, durante un entrenamiento de béisbol del equipo del Congreso, casi causó la muerte al líder de la mayoría de la Cámara de Representantes, Steve Scalise; los planes para secuestrar a la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, que se descubrieron en 2020; y la trama desbaratada en 2022 para matar al magistrado del Tribunal Supremo Brett Kavanaugh. Y eso, sin mencionar el asalto al Capitolio de Estados Unidos del 6 de enero de 2021.

Esa violencia es todavía más visible en los niveles inferiores de la política y las instituciones. Es lógico, si se piensa que un buen número de ciudadanos —más del 20 % del país según las encuestas de 2024, es decir, más de 60 millones de personas— cree que la violencia puede ser necesaria para alcanzar los objetivos políticos.

Los funcionarios locales se llevan la peor parte de nuestra afición a la violencia. Las herramientas más comunes de la violencia política —el acoso y las amenazas— se han convertido en algo a lo que tienen que enfrentarse de forma cotidiana, sobre todo aquellos cuyo trabajo está relacionado con las elecciones o la gestión municipal.

En una encuesta llevada a cabo en 2021 por el Centro Brennan para la Justicia, un tercio de los funcionarios electorales de Estados Unidos decían que se sentían poco seguros y el 79 % quería que el gobierno les garantizase la seguridad. Según una encuesta de la Liga Nacional de Ciudades, más del 80 % de los estadounidenses han sufrido acoso, amenazas y violencia. La enorme cantidad de amenazas en las instancias locales hace casi imposible investigar su origen y todavía más castigar a quienes las profieren.

Otro problema es que la violencia política es eficaz, porque unifica a unos partidos y disuade a otros. “La violencia política cumple directamente una función electoral”, escribe Rachel Kleinfeld, investigadora principal del Programa de Democracia, Conflictos y Gobernanza de Carnegie. “El uso de la violencia para defender a un grupo estrecha los lazos entre los miembros de ese grupo. Por eso, la violencia es una forma especialmente eficaz de reforzar la pasión de los votantes”.

Kleinfeld ha identificado cuatro factores que incrementan el riesgo de violencia relacionada con las elecciones. Y en Estados Unidos, ha escrito, están presentes los cuatro.

El primero son unas elecciones muy competitivas que alteran el equilibrio de poder, un problema agravado por el sistema electoral estadounidense, en el que el ganador se lleva todos los votos y que no permite el reparto de poder ni la representación proporcional.

El segundo son las divisiones partidistas basadas en la identidad, agudizadas en los últimos tiempos después de que los propios estadounidenses se hayan clasificado en dos grupos identitarios (los demócratas, que residen en las ciudades y entre los que hay muchas probabilidades de encontrar a miembros de una minoría, mujeres y laicos, y los republicanos, que viven alejados de los centros urbanos y tienen más probabilidades de ser blancos, hombres y cristianos).

El tercer factor son unas reglas electorales que permiten que se aproveche esa identidad para ganar. Kleinfeld subraya que la violencia política es mayor en las circunscripciones muy disputadas, donde una diversidad cada vez mayor se topa con la reacción violenta; en concreto, “en los barrios residenciales en los que la inmigración de origen asiático e hispanoamericano ha aumentado a más velocidad, sobre todo en las metrópolis más demócratas que están rodeadas de zonas rurales dominadas por los republicanos. Esos barrios… son zonas de contestación social”.

El cuarto factor es las endebles herramientas institucionales para contener la violencia. Sobre todo, cuando intervienen armas de fuego.

Los intentos legislativos de controlar las armas no han llegado a ninguna parte, porque el poderoso grupo de presión armamentístico domina el Partido Republicano y amedrenta a los demócratas con la amenaza de invertir mucho dinero contra ellos en las campañas electorales. Cuando los estados y las ciudades progresistas intentan controlar las armas, los tribunales federales anulan sistemáticamente las leyes que aprueban. Por el contrario, hay pocos obstáculos para que los estados conservadores faciliten el acceso a armas más accesibles y letales y protejan a quienes podrían utilizarlas para defenderse.

El Tribunal Supremo de Estados Unidos ha permitido que la locura de las armas siga extendiéndose, con su ampliación del derecho constitucional a portar armas. En 2022, el Tribunal dictó un nuevo criterio que, en la práctica, ha abolido los controles que los demócratas habían establecido sobre las armas en lo que va de siglo: la decisión del Tribunal fue que las únicas restricciones a las armas que pueden permitirse hoy en día son las que se instauraron en el momento de la fundación del país, en 1791. A principios de este año, esa sentencia sirvió para para revocar una ley federal que prohibía los aceleradores de disparos (que utilizan los tiradores en masa para que las armas disparen más deprisa y maten más).

Al mismo tiempo que fomenta el uso de las armas, el Tribunal impide otras alternativas no violentas para cambiar el país. Los magistrados han respaldado la manipulación de distritos electorales, que debilita el poder del voto, especialmente el voto de las minorías. Asimismo han eliminado los límites al dinero y las donaciones en política, lo que hace posible que los ricos y poderosos dominen las elecciones y el gobierno.

Y este año, el Tribunal ha decidido situar a Trump y a los futuros presidentes por encima de la ley. Para ello han hecho caso omiso del texto literal de la Constitución, que prohíbe ejercer el cargo a cualquier funcionario que haya alentado una insurrección contra el Estado, tal como hizo Trump en 2020; todo ello, para que el expresidente pudiera ser candidato en las elecciones presidenciales. Y además, en una sorprendente sentencia dictada este mismo mes de julio, el Tribunal ha concedido a los presidentes una inmunidad penal muy amplia por los actos que hayan cometido mientras ocupaban el cargo.

Esta inmunidad abarcaría acciones como cometer crímenes de guerra, encarcelar a opositores políticos, ordenar represalias contra los detractores o decretar ejecuciones públicas. Trump ha prometido hacer todas esas cosas si es reelegido, incluida la ejecución de un general de las fuerzas armadas que se interpuso en su intento de anular por la fuerza el resultado de las elecciones de 2020.

Muchos estudios demuestran que las palabras de los políticos fomentan la violencia política. Ahora están llamando a la calma, la unidad, a alejarse de esa violencia. Pero esos llamamientos van a conseguir poco. En Estados Unidos no hay nunca forma de alejarse de la violencia. Ni siquiera después de un intento de asesinato. A Trump lo alcanzó una bala mientras presentaba un gráfico falso con el fin de justificar sus planes para deportar en masa y con violencia a los inmigrantes de Estados Unidos. Entonces, tras un minuto de glorioso silencio, tirado en el suelo, se levantó e hizo un gesto. No fue un pulgar hacia arriba para decir que estaba bien, ni tampoco el símbolo de la paz. Alzó el puño y ordenó a sus seguidores: “¡Luchad! ¡Luchad!”

La lucha no termina nunca. Por eso Trump y todos sus compatriotas seguiremos recogiendo la violencia que siempre hemos sembrado.

Joe Mathews es fundador y columnista de Democracy Local e investigador sobre la democracia en el Berggruen Institute de Los Ángeles.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

https://elpais.com/opinion/2024-07-18/ninguna-sorpresa-en-el-atentado-contra-trump.html

 

miércoles, 3 de julio de 2024

Impuestos, paguen mas los q mas tengan

 El papel de los impuestos en una sociedad moderna

Terminada la Segunda Guerra Mundial, en muchos países europeos, en unos antes en otros más tarde, se instaló un modelo de sociedad que hemos llamado Estado de Bienestar. En dicho modelo de sociedad se plasman aquellos sueños de los movimientos obreros y revolucionarios del siglo XIX y XX, las luchas de las izquierdas y progresistas junto con algunas derechas democráticas europeas implantan para el conjunto de las poblaciones, la sanidad y educación públicas, los subsidios para los necesitados y parados y la atención al final de la vida laboral, las pensiones.

Este modelo de sociedad trataba de satisfacer necesidades básicas para todos, logrando así una paz social que repercutía en la mayor obtención de beneficios empresariales. El costo del estado de bienestar está sustentado por los gobiernos con los impuestos, que se tratan de aplicar lo más progresivos posibles, recaudando más a los ricos para poder distribuir a los pobres y menos favorecidos.

En el último tercio del siglo pasado, el neoliberalismo difunde la teoría de que los impuestos perjudican enormemente a los ricos, y mejor es suprimirlos. Comienzan las ofensivas de los ricos contra los impuestos, y toman variados caminos para reducir su aportación al bien común: la elusión fiscal, el ocultamiento en paraísos fiscales, la difusión de teorías de que el estado/gobierna nos roba, etc. En los lugares donde los resulta muy difícil acabar con ellos, pelean tenazmente por su reducción, con la peregrina idea de que ese dinero estará mejor en sus bolsillos y generará mayor riqueza que beneficiará a todo el mundo. La realidad demuestra que eso es una gran mentira, existen innumerables estudios sobre las desigualdades y su aumento en los últimos años mostrando que los ricos pagan menos impuestos y las desigualdades aumentan a ritmos altísimos.

En España, los partidos derechistas, tienen el mantra de la reducción de impuestos como principal doctrina económica. Reducen impuestos allí donde gobiernan, en las Comunidades Autónomas, al tiempo que reducen prestaciones públicas, sanidad, educación… y al mismo tiempo claman porque el Estado les aumente la financiación. Reducen impuestos en sus lugares y a cambio piden más dinero a papá Estado.

En muchos lugares de España y entre muchos sectores sociales y políticos, incluidas las izquierdas, se está instalando la idea de lo injustos que son los impuestos. Ya no solo se utiliza el mantra de reducir impuestos, últimamente empieza a calar la idea de: los impuestos de los ricos devolverlos a los ricos, a sus bolsillos, a sus territorios, a sus empresas, lograr que de lo recaudado se reinvierta una gran parte en los barrios ricos, aumentando sus dotaciones de servicios, mejorando urbanismo, comunicaciones y servicios exclusivos en sanidad y educación. El enorme aumento de la sanidad privada y de colegios concertados, principalmente en Madrid y Cataluña, es una muestra de esta deriva de particulares mejoras a los pudientes, además desviando mucho de lo recaudado, dinero público en los presupuestos, a subvenciones para empresas, a gasto público en obras o proyectos que fundamentalmente tienen como objetivo meter pasta en el bolsillo de sus amiguetes.

El Madrid de Ayuso tuvo como asesores fiscales a Institut Ostrom Catalunya, un laboratorio de ideas fundado y mantenido por independentistas catalanes, neoliberales of course, que contribuyeron a elaborar el documento que presentó la Comunidad Madrileña al Gobierno Central con sus opiniones sobre la reforma tributaria. Y ahora vuelve en Cataluña otra ofensiva parecida.

No puede ser que Cataluña sea la tercera en aportar recursos y la decimocuarta en recibir recursos. No es un privilegio, es una cuestión de justicia’’ Salvador Illa discurso en la federación del Baix Llobregat, junio 2024.

Claro que Cataluña es una de las comunidades que más aporta al conjunto nacional, por ser de las comunidades ricas aporta permitiendo al Estado redistribuir a las comunidades pobres, pero esto es lo justo que los primeros en recibir sean los necesitados. Y es lo normal. Cataluña y en mayor medida Madrid, -que aporta más- concentran la mayor cantidad de los super ricos de España, seguidas de Baleares. Al margen quedan País Vasco y Navarra, con su particular y privilegiado sistema de financiación de cupo y concierto, recogido en la Constitución, fueros especiales mantenidos por el franquismo, pero claramente al margen de criterios progresistas de igualdad y solidaridad.

Si cada cual aportara llevándose lo mismo que aporta, se acabaría la redistribución. Dejando al margen que los impuestos los pagan las personas, físicas y jurídicas, y no los territorios, aunque la idea teórica que subyace es la misma, mantener los privilegios de nacimiento, aumentar las desigualdades apoyándose en tratos de favor históricos, en privilegios por factor de nacimiento, o en muchas ocasiones por dinámicas históricas violentas, o simplemente injustas. Sirvan como recordatorios: los mayores precios pagados por todos los españoles a productos textiles debido al proteccionismo o favores a la industria catalana; los ‘planes de desarrollo’ del franquismo fueron comandados por grandes economistas catalanes, que influyeron en primar desarrollos económicos allí. Si el gran complejo industrial de SEAT se hubiera instalado en Castellón, por ejemplo, y el complejo petroquímico tarraconense se hubiera llevado a Murcia o Almería, los recursos hoy estarían mejor repartidos. Al igual ocurre con Madrid y sus privilegios capitalinos.

La idea de que paguen más los que más tienen, para así poder redistribuir entre los menos favorecidos es un pilar básico de las ideas de izquierdas, progresistas y socialdemócratas del siglo XX en Europa, descartadas las revoluciones, la única forma de mantener una sociedad moderna civilizada. Esta idea comienza a resquebrajarse y el estado de bienestar empieza a reducir su impacto benefactor. No solo no aumenta prestaciones, sino que las disminuye, generando gran insatisfacción entre los no favorecidos que se alejan cada vez más de la democracia.

Zapatero también contribuyó cuando dijo aquello de, ‘bajar impuestos es progresista’. No por favor. No voy a arreglar el mundo por decir estas cosas, ni tu. Pero no quiero que me hagan comulgar con ruedas de molino.