Corren malos tiempos por el mundo
sindical, para los sindicatos, sus afiliados, para los trabajadores en su
conjunto. Una gran nube de des proletarización sumerge al mundo, la tormenta
del individualismo inunda todo, de manera que en los últimos años hay menos
sentimientos colectivos que impulsen defender y reclamar derechos laborales,
discutir, reunirse y realizar actividad sindical está mal visto por mucha
gente, reconocer que esa actividad colectiva es útil, más beneficiosa que el
individualismo, sería un primer paso.
Los sindicatos, como
organizaciones, han cometido errores, por ejemplo, de apoyo a los
nacionalistas, xenófobos, racistas, abandonando a los más débiles, precariado y
parados, han concentrado esfuerzos en la función pública y los trabajadores
fijos, más sencillo sindicarse por estar más resguardados que otros. Sin duda
algunos líderes sindicales han realizado prácticas corruptas, denigrantes,
traicioneras, etc. Pero, igual que los curas y militares, como los abogados y
empresarios, los periodistas y tertulianos, y ninguno de estos colectivos
recibe tanta crítica y persecución a su labor como para despreciar reducir o
anular su actividad de conjunto.
En todo colectivo humano hay
hijos de puta, e incompetentes, pero no podemos renunciar por ello a vivir colectivamente
y la vida social necesita la actividad colectiva. Durante la vida laboral es
necesaria la vida sindical, por su utilidad para mejorar las condiciones de
vida y trabajo. En España menos de un 20% de la población activa está
sindicado, pero los trabajadores que disfrutan de acuerdos sindicales llegan al
80%, acuerdos que incluyen derechos como salarios, vacaciones, jornadas,
contratos, indemnizaciones, etc. Sin esos compromisos sindicales, muchos
millones de personas vivirían en precario.
En las sociedades democráticas,
existen diversidad de poderes, políticos, religiosos, económicos, militares, sociales,
… con diversidad de fuerzas dentro de cada grupo, en ocasiones enfrentadas
entre sí. Por supuesto no todos los poderes tienen el mismo peso, pero el hecho
es que existen, luchan, se enfrentan y a veces colaboran formando alianzas
contra otros, sucede que unos actúan como contrapoderes de los otros, moderando,
vigilando, e intentando arrinconarlos. Los sindicatos son un poder, o
contrapoder, en las sociedades modernas, cuyo objetivo o utilidad puede ser moderar
los excesos de otros poderes sobre los trabajadores. Si el sindicalismo se apaga, si las
organizaciones sindicales se abandonan, dejarán vacío un territorio que
ocuparían rápidamente otros poderes, particularmente los económicos, reduciendo
derechos laborales y aumentando la explotación de los trabajadores.
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