lunes, 4 de mayo de 2020

España Estado federal. Y pandemia covid-19

Una parte del follón organizado en torno a la pandemia tiene que ver con nuestros demonios particulares, nuestra derechona incluyo los independentistas, esos tipos que se llaman patriotas que desprecian a más de la mitad de los conciudadanos, tiene que ver con la necesidad de mucha gente de buscar culpables a los que endemoniar, tiene que ver con la necesidad de mucha gente de creerse superiores, ellos sabían todo desde el principio, los demás son inútiles, tiene que ver con la necesidad de insultar para así creerse superiores, esa necesidad que habitualmente se expresa en el futbol y en las redes. Una parte del follón tiene que ver con la facilidad de generar odios a las personas, a las ideologías, a las ideas, la necesidad de sentirse superhombres insultando a los partidos y a los políticos, superhombres porque tiene que ver con el machismo, estos comportamientos violentos son mas extensos en hombres que en mujeres.

Parte del follón que tenemos organizado tiene que ver con nuestros partidos políticos en la actualidad, cada vez más encerrados en el marketing teatral, con estrategias pensadas fundamentalmente para la captación de votos. El problema es que estos partidos políticos son un reflejo de nosotros mismos, somos tú y yo, y tu prima y tu cuñada, tu compañero de trabajo y tu colega, con sus expresiones insultantes y opiniones despreciativas hacia todo lo que se mueva quienes influimos en los partidos y en ese desprecio por hacer algo juntos. Hay gente que insulta sin parar en las redes, que acusa de asesinos a gobiernos y al dia siguiente exige que lleguen a acuerdos con la oposición. Todo junto bien mezclado, para sacar siempre la conclusión de que los otros son malísimos, inútiles y culpables de las muertes de todos.

Sí, todo eso y mucho más influye en el follón que tenemos organizado. Pero hay una parte del mismo que tiene que ver con nuestra estructura estatal, que tanto a un lado como al otro no se reconoce. Incluso la gente se enciende y creen que rompen el esquema gritando, somos un estado autonómico. España es un estado federal, que aquí particularmente llamamos autonómico, pero nuestra estructura es federal, los territorios, que aquí llamamos Comunidades Autónomas, -otros los llaman landers- tienen gobiernos y parlamentos propios, con capacidad para legislar, ordenar, dirigir… los territorios tienen competencias en sanidad, educación y asistencia social, y en muchísimas mas cosas, pero por ahora vale con las anteriores para este asunto de la pandemia.

El pueblo español está acostumbrado a protestar al soberano de turno, al monarca, al dictador, al gobierno de la nación y a el dirige todo su malestar, los insultos y el desprecio, incluso ahora en la España democrática. Los gobiernos autonómicos, o gobiernos territoriales, quedan al margen de las protestas en todas partes, sus decisiones, su responsabilidad, parece no existir nunca, para lo malo, solo aparecen para la gloria, para las salidas positivas, por ejemplo, ahora, en la vuelta a la normalidad. Pero se olvida su responsabilidad en la parte negra de la pandemia. Su falta de previsión en cuanto a mantener almacenada una cantidad conveniente de mascarillas, guantes, trajes, falta de previsión en mantener recursos operativos, materiales y humanos, evitando la saturación como estaban antes de, falta de previsión durante años atrás para determinar que una reducida sanidad pública es ineficiente para tratar pandemias y mantener la sanidad asegurada para la ciudadanía.

La situación actual en España es que nadie tiene poder absoluto, el gobierno de la nación tiene poco o, no demasiado poder en muchos frentes para desarrollar sus políticas, comparte soberanía con los territorios y con la UE. Y por supuestos los territorios tampoco tienen poder absoluto para decidir e implementar todo aquello que quisieran. Los poderes aquí en España, están compartidos, las responsabilidades también. En amplios sectores de población no nos damos cuenta todavía de lo que ello significa y representa, y además, somos un Estado federal de joven trayectoria por lo que los organismos e instituciones de coordinación necesarios no funcionan tan correctamente como deberían, no están probados en su funcionamiento habitual. Destaca la necesidad del Senado como cámara territorial a reformar lo preciso urgentemente. Por eso es mucho más difícil llegar a acuerdos, es muy raro marcar caminos comunes cuando todos se pegan por salir en la foto y llevarse los méritos, empujando a los demás esperan llevarse los votos de cada elección.

Mientras tanto los poderes económicos disfrutan de una paz que no se merecen, poderes económicos territoriales, nacionales, y transnacionales que viven placenteramente su situación fuera de los focos, pero echando mierda a los políticos para lograr reducir más su poco poder ante cada situación. No es este el momento de sacar punta a este lápiz, pero consideren el papel de las empresas en esta crisis, en la que ponen fortísimas presiones para cambiar las directrices de la desescalada, poner o seguir en marcha y que se jodan los trabajadores, empresas que cuando tienen beneficios al bolsillo y cuando vienen pérdidas exigen al estado que las compense. Por no hablar de su papel como empresarios de una mayoría de las residencias de ancianos tratadas exclusivamente como negocio, de alta rentabilidad, decían en sus informes cuando buscaban inversores.

Antes de la pandemia y durante ella, las competencias sanitarias y de asistencia social, como las de educación, estaban, están, en las Comunidades Autónomas. El estado de alarma no ha suspendido de hecho las competencias, las CCAA podían comprar material sanitario para proveerse ante posibles contingencias, deberían haberlo hecho, deberían tener un acopio de material suficiente en previsión, guantes, mascarillas, trajes, … deberían haber tenido unidades médicas no tensionadas constantemente, las urgencias colapsadas habitualmente, pocas camas públicas, una atención primaria sin recursos, con pocos sanitarios, en condiciones muy precarias de contratación temporal, renovables o no. La Sanidad española había reducido su capacidad de atención previsora y recursos asistenciales en estos años de crisis y post crisis, respecto a la que tenía en 2008.

Prueban sus competencias, que los presidentes, consejeros y demás personal a sus órdenes han continuado teniendo en sus manos la organización de sus sistemas sanitarios, y de asistencia social. Ellos decidían la distribución de personal y equipos, echaban al responsable de las residencias, por ejemplo, en Madrid, y nombraban otro, eran los órganos territoriales, en Madrid, quienes decidían no derivar a los ancianos hacia los hospitales. En plena crisis han seguido comprando material como prueban los aviones que llegaban cargados por ejemplo a Madrid y Valencia, han sido los órganos territoriales quienes decían las cifras que facilitaban al Ministerio de muertos, o contagiados, eran esos órganos territoriales quienes decidieron a quienes hacían los test de pruebas… por supuesto en algún caso siguiendo las recomendaciones del gobierno. Claro que no podían actuar sobre las fronteras y los vuelos interpaíses, ni mantener la coordinación internacional con la UE y con la OMS, eso depende del gobierno central. En plena pandemia los números de teléfono de ayuda covid-19, han sido 17 o 19, uno por territorio, el resto de países europeos, tenían uno solo, acaso ese simple hecho no llama la atención de las dificultades de organización que tenemos.

El grado de gasto público de un estado y su distribución territorial, puede considerarse una medida de descentralización que en cierto sentido mide la cualidad federal de ese estado, entendida como la atribución de soberanía que comparten diferentes territorios con distintas administraciones públicas gobernando en ellos.  A pesar de los cabreos que se originan diariamente, que para algunos justifican la conveniencia de una desmembración del estado para dirigirlo hacia una federación, la realidad concreta que ofrecen los estudios es que España es un estado federal, comparable con otros estados federales en cuanto atribuciones cedidas a los territorios, las CCAA,  tiene una estructura particular con algunas deficiencias, como la financiación, etc. y el Senado que habrá que reconvertir ya, en Cámara Territorial donde diriman sus diferencias los territorios y no siempre en peleas bilaterales con el Gobierno Central, más propio de una confederación que de federación. Pero España es un estado federal.

Los dos cuadros proceden de: ‘El gasto público en España en perspectiva comparada: ¿Gastamos lo suficiente? ¿Gastamos bien? publicado por Santiago Lago peñas y Jorge Martínez-Vázquez en la revista Papeles de Economía Española núm. 147 del año 2016. En el primer cuadro, (Gráfico 10) la comparación se realiza para el período 1995-2012, entre España y los países europeos de la OCDE, que prácticamente son la UE, entre ellos hay algunos federales como Alemania, Bélgica, Austria. El gasto público total como porcentaje del PIB imputable a gobiernos subcentrales –territoriales- españoles se encuentra sobre el 25%, mientras en el caso de gobiernos subcentrales europeos representa un 15%. El segundo cuadro (Gráfico11) compara gastos de los gobiernos subnacionales, territoriales, por funcionalidad y como porcentaje del PIB. Para hacerlo sencillo pueden mirar solo la cifra expresada para 2011, barra azul completa, pero merece detenerse en los componentes de gasto, testimonian un catálogo de atribuciones que tienen los territorios tales como: educación, sanidad, orden público, cultura, protección social, medio ambiente, vivienda, lo cual es una muestra de soberanía cedida/compartida.


En España a comienzos del siglo XXI por encima del 40% del gasto público total lo gestionaban los territorios, que pasaría a ser un porcentaje superior al 50%, si excluyéramos la Seguridad Social del cómputo Central, supone un 27% del total, la Administración Central gasta un 23%, sin S.S. El componente mayor del gasto público son las pensiones que paga el Estado central.  Las CCAA concentraban en 2001 la mitad del empleo público, el 70% si se excluye la Seguridad Social. ‘Mediterráneo Económico, núm. 10, Cajamar.  ‘Un análisis comparado del gasto público autonómico’. J.M. Domínguez, R. López del Paso y N. Rueda. Y ante esto, ¿qué hacemos, destruimos todo lo realizado, autodeterminamos todos los territorios y comenzamos como si estuviéramos en la Edad Media a crear una república federal? ¿No parece un poco estúpida la idea?

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