viernes, 31 de enero de 2020

Corrupción española, mucha. (1) Pero contextualicemos.


La corrupción en España. No es más intensa ni mayor que otras

Evidentemente corrupción hay en todas partes. Pero en España su intensidad ha sido y es mayor, propiciada por la ocultación, la falta de transparencia, la propaganda y un sistema judicial con problemas de independencia. Además, llueve sobre mojado pues ha sido una constante en la Historia de los dos últimos siglos, sobre todo durante los cuarenta años de franquismo y los cuarenta de democracia que siguieron.
La corrupción parece inundarlo todo y también la percepción que de ella tienen los ciudadanos… ‘C de España’, pág 24.

La idea genérica que transmite la primera frase no parece necesitar de apostillas o matices, siempre hubo, y hay, corrupción, explotación, represión, en todo momento y todo lugar, definido por esos nombres u otros significaron cosas parecidas en todo sistema social y/o económico, fuera esclavismo, feudalismo, capitalismo, socialismo… pero, de pronto se descuelga en la segunda frase una conclusión no demostrada en este libro que se comenta, actitud que salpica el trabajo, la afirmación de la segunda frase es una de las señas de identidad del autor o autores, previa y colateral al desarrollo de los casos concretos de corrupción en España que se relatan en el libro. Implica un cierto determinismo histórico, poco riguroso con los hechos concretos.

Denunciar la corrupción española, para luchar contra ella, es tarea que está fuera de duda, -algunos de mis escritos sobre corrupción- sus causas y prácticas habituales deben ser denunciadas para combatirlas con acciones concretas, leyes, educación, juzgados, etc. existen suficientes propuestas de estudiosos del asunto que son aplicables con mayor o menor esfuerzo de manera inmediata. Pero ello no debe suponer aceptar que la corrupción, en España, su intensidad ha sido y es mayor, y parece inundarlo todo, dando a entender que somos destacados mundiales en lo malo, entre otras razones porque sosteniendo esa postura se entorpece su combate. La exageración destroza la crítica por apartarla de su racionalidad, la falta de rigor aleja a individuos que habría que convencer para combatir, además se dificulta, porque se anexan las ideas de: esto no tiene remedio, hay que hacer la revolución, asaltar los cielos, cambiar el sistema capitalista… ideas que, ante la espera de destrucción del edificio existente y posterior construcción de uno nuevo, paralizan y arrinconan la lucha por lo concreto aquí y ahora. -Ante un desperfecto en los desagües de un piso, en la bajante general, mejor es arreglarlo que esperar a derribar el bloque de 120 viviendas y construir otro nuevo. –

Sobre el nivel de corrupción en España, y las ideas del libro ‘C de España’, se puede lanzar otra mirada y contraponer ideas críticas sustentadas en varias líneas de argumentación: 1) Lo que indican los datos comparativos con otros países. 2) En la comparativa internacional de corrupción, prestar atención a los mercados financieros 3) En la comparativa internacional de corrupción, atender la evasión fiscal. 4) Contextualizar la corrupción del pasado internacionalmente. 5) Mirada a la corrupción en un país federal, nacionalismo español y otros nacionalismos periféricos. 6) Economía sumergida, grado de implantación y comparaciones internacionales.

1.- Los datos indican que no estamos entre los países de mayor corrupción

Según el informe de Transparency 2017, España ocuparía el puesto 42 de 180 países, lo cual la sitúa entre los países del primer cuarto, con tres cuartas partes de países más corruptos por detrás; en el año 2000 ocupaba el puesto 20 de 90 países; en el año 2012 ocupó el puesto 30 de 174 países. Respecto a la comparativa con los países occidentales, sugiero la lectura de los siguientes apartados antes de dejarse vencer por nuestro ancestral complejo de inferioridad.

De acuerdo con el trabajo realizado por ‘Regional Studies’, ‘Regional Governance Matters: Quality of Government within European Union Member States’: -http://www.tandfonline.com/loi/cres20-. En cuanto a la calidad de los gobiernos de la UE, España estaría situada en la mitad de su baremo de puntuaciones, puesto 13 de 27.

Los indicadores del Banco Mundial sobre la gobernanza para 2012, ‘Control de corrupción’ sitúan a España con un percentil de 82 sobre el mejor de 100 entre los datos de 215 países o territorios. Así la definen: ‘’ La gobernanza consiste en las tradiciones e instituciones por las cuales se ejerce la autoridad en un país. Esto incluye el proceso por el cual los gobiernos son seleccionados, monitoreados y reemplazados; la capacidad del gobierno para formular e implementar efectivamente políticas sólidas; y el respeto de los ciudadanos y el estado por las instituciones que gobiernan las interacciones económicas y sociales entre ellos.’’ Los indicadores Mundiales de Buen Gobierno informan sobre 6 grandes aspectos con múltiples variables cada uno, de más de 200 países o territorios, entre 1996 y 2018, siendo las siguientes: Voz y responsabilidad; Estabilidad política y ausencia de violencia; Efectividad del gobierno; Calidad regulatoria; Imperio de la Ley; Control de corrupción.


Muchos corruptos. Muy pocos corruptores. (28 octubre 2014. ‘Arian seis’)


Todo se inunda de corruptos en los medios de comunicación, que nunca muestran a los corruptores. La verdad hay momentos en que uno grita ‘paren el mundo que me bajo’, pero ante la insistencia de la prensa en mostrarme casos, personajes y personajillos del mundo político, mi educación intelectual me obliga a plantearme preguntas más allá de la evidencia, porque dudo mucho de que la esencia coincida con la apariencia.

Se están descubriendo muchos casos, centrados en el mundo de los políticos, pero llama la atención que sin salpicar otros mundos económicos y empresariales. Cuando sale un político al que han untado, nunca aparece a su lado la mano que se benefició del soborno, los dueños de los terrenos recalificados, o la empresa que construyó los hospitales, o aquellos otros que ganaron la concesión de basuras, o a los que se concedió aquella subvención, etc. etc.

Las dudas me asaltan ante la insistencia de tantos periodistas y medios de comunicación en mostrarme la carnaza, lo corruptos que son los políticos, es como si un mago/ilusionista estuviera actuando en el escenario y dirigiera mi mirada a una dirección, mientras con la otra mano hace los trucos de magia que no quiere que nadie vea. Que existe corrupción entre los políticos parece evidente, que requieren un castigo que debe incluir echarlos no lo duden, aunque no olviden que las tres cuartas partes de alcaldes imputados volvieron a ser reelegidos electoralmente, la corrupción valenciana se apoyó en mayorías absolutas una y otra vez, los ERE andaluces se asentaron en tramas instaladas a lo largo del tiempo alrededor del poder político…

Pero, vean un ejemplo, mientras las famosas tarjetas opacas de Caja Madrid, unos 15.5 millones de euros, son agitadas por todo el mundo, al mismo tiempo se producían las noticias relegadas a tercer plano, sobre los costes de la paralización de actividades del almacén de gas Castor frente a la costa levantina, nos va a costar a los españolitos entre 1.500 y 2.000 millones de euros, porque el empresario de la corporación adjudicataria, Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, metió en el contrato/concesión una cláusula/aval para que el Estado asumiera los costes si el negocio no funcionaba. Por descontado los beneficios de existir, irían a los bolsillos privados.

En la misma corporación Bankia-Caja Madrid, podemos comparar los 15.5 millones gastados con las tarjetas en masajes, lencería, alcohol, ropa, hoteles, restaurantes… con los cientos de millones concedidos en préstamos ruinosos a inmobiliarias para suelos o promociones ‘dudosas’, o los créditos concedidos en condiciones ventajosas a empresarios de renombre, o los negocios desarrollados pagando el doble o triple del valor de mercado por compras de arte, o de bancos… No podemos compararlo, porque seguimos sin saber la lista de beneficiarios de las operaciones de crédito ruinoso, que quizás hasta eran legales. No se debe minimizar a los sinvergüenzas de las tarjetas, muestran el lodazal que rodea muchas cloacas del poder, pero no olviden que esas tarjetas tenían como misión pagar su silencio, se los untaba por callar. ¿Por callar qué?

Supongo que la profusión de casos de corrupción política que surgen cada día, que aumentarán de cara a las elecciones, en parte se explican por: la crisis económica que ha generado el clima de hartazgo en la ciudadanía, antes ante el conocimiento de situaciones parecidas las apoyaba en ocasiones con mayorías absolutas; por la propia crisis que ha reducido las oportunidades de trapicheos de algunas tramas, lo cual produce peleas entre corruptos que tiran de la manta; por la propia existencia de la UDEF, la unidad especial de investigación que lleva unos cuantos años trabajando y afloran resultados; por algunos corruptos pillados, novias, amantes, socios,… los cuales tiran de la manta facilitando pistas a cambio de pactos de minoración de penas o por despecho; por la propia lucha política entre partidos, ahora en situación crítica, por lo que sacan algunos dosieres que fueron acumulando durante años;…

No descarten que medios de comunicación y periodistas, fueran azuzados por particulares poderes económicos para que agitaran la corrupción política y así poder tapar la enorme, la gigantesca corrupción económica, tan cerca de la crisis, tanto por su contribución a generarla como por utilizarla en su provecho. Así que, todos a la cárcel, pero no dejen de buscar corruptores y mirar cuanto nos roban los grandes negocios.
Mucha corrupción. Contextualicemos para no suicidarnos. 2. (30 octubre 2014, ‘Arian seis’)

Más que nada, para contextualizar, para ‘templar gaitas’, para no suicidarnos políticamente pensando que todo es una mierda y no tiene arreglo, salvo rezar y encomendarnos a algún santo. Y sin ánimo de rebajar las dosis de indignación.
¿La corrupción aumenta? ¿O sube la percepción de la misma? Son dos cuestiones diferentes. Los estudios de referencia internacionales sobre el tema, que publiqué días pasados, por ejemplo de Trasparency Internacional y el trabajo de Manuel Villoria y Fernando Jimenez, reflejan que aumenta la percepción en estos años de crisis, la gente es más consciente de que existe corrupción, la ve ahora más que antes, lo cual es normal, en crecimiento todo es Jauja, la fiesta tapa nuestras miserias, el caso de la Comunidad Valenciana, o Cataluña, son referentes de apoyos masivos a los corruptos, porque son  nuestros ladrones.


En cualquier caso, en las comparaciones internacionales de corrupción España sale mal comparada con unos pocos países democráticos occidentales, pero bien en relación al conjunto del planeta, y en situación relativamente mala en comparativa europea, según los cuadros que publiqué hace días, procedentes de la Comisión Europea y de World Values Research.



Mi impresión es que la corrupción que sale y se descubre ahora es la producida fundamentalmente en los años gloriosos del España va bien, cuando se incuba la burbuja inmobiliaria y de crédito, construcción pública y promociones inmobiliarias fueron un caldo de cultivo apropiado para las mafias, máxime con la descentralización urbanística existente en España que concede inmenso poder a garrulos y mafiosos de cualquier pueblo y Comunidad Autónoma; la corrupción actual tiene que ver también con la privatización total de las empresas públicas que genera una estructura gerencial empresarial de allegados a los amigos del Gobierno.

Por supuesto tiene que ver con el poco poder decisorio de los afiliados, simpatizantes y votantes, de partidos y sindicatos, grupos que dominados por clanes y cúspides que se eternizan en los cargos, no permiten remociones, debates e intervenciones decisorias distintas a las oficiales, bloquean posibilidades de cambios, impiden o dificultan la posibilidad de elección y decisión. Las cúspides de partidos controlan demasiadas instituciones a través del nombramiento de representantes. Nos acercamos velozmente a Italia en cuanto a estar Inter penetrados los partidos por redes clientelares, porque una vez conocido el poder de los partidos, las mafias tenderán a controlar, comprarán de mil maneras a esas personas con capacidad de decisión sobre presupuestos de miles de millones de euros.

Y todavía no han salido muchas otras corrupciones, por ejemplo, en el tema drogas en instituciones de seguridad, militares, o en Iglesias, ONG’s, etc. etc. tal como acostumbramos a ver en muchos países del mundo.

No se trata de minusvalorar la concreta corrupción española, en ascenso de visibilidad tras la crisis, sino de situarla en contexto, no se pretende aquí oponerse al relato de casos y causas de corrupción recogidos en el libro ‘C de España’, se trata de ofrecer otra mirada más amplia al tema, lo que induce a otras conclusiones. España tiene un nivel de corrupción más alto del que nos gustaría y sobre el que hay que luchar por reducirlo con medidas de diversa entidad, algunas de las cuales podrían implementarse simplemente copiándolas de los países de nuestro entorno y/o siguiendo las indicaciones de la OCDE de la UE, de Transparency Internacional, de la Fundación Alternativas, o de otros expertos en el asunto, pero de ningún modo la corrupción española se encuentra entre las mayores del mundo.

Las conclusiones que, aquí se manifiestan, al igual que en el libro ‘C de España’, se sustentan en un ideario político: Mejor resolver los problemas que derribar el sistema, arreglar lo estropeado es preferible a destruir/construir una nueva sociedad, que por supuesto no garantizaría mejores resultados. Abandonar la defensa de la democracia española, construida entre toda la gente, en manos de la derechona es un inmenso error, dejar que se apropien de la Constitución gentes como Aznar, permitiendo que nos expulsen de ella, es una necedad. No es recomendable, políticamente, lamerse constantemente las heridas de nuestros demonios particulares, como si fuéramos el centro del universo, esa postura tan franquista, de creer que el mundo gira a nuestro alrededor, pervive e infecta al antifranquismo, la idea de somos los mejores, o los peores, no ayuda a mejorar, además de carecer de rigor. Pegarse al pasado dificulta resolver problemas, muchos de los cuales pueden verse en otros países de nuestro entorno.


El cuadro procede del Banco Mundial, `Control de corrupción, 2006, en una selección de países’. Establece seis grupos entre los países seleccionados, de mayor corrupción, o menor control sobre la misma, empezando por la izquierda, y situando a la derecha en tonos verdes, los de mayor control sobre la corrupción. España figura en el segundo grupo de los de mayor control, o menor corrupción, a la derecha. No es el mejor, sin duda, pero no está entre los peores.

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