Dentro de las coordenadas del Capitalismo del siglo XXI, del que estoy
escribiendo, hace unos días decía sobre los robots: afectan a la totalidad de
nuestras vidas, se pueden estudiar múltiples aspectos, particularmente me
interesan los cambios que producen en tres dimensiones: 1) la cuestión laboral
y la extinción de puestos de trabajo, 2) la imprevisibilidad del futuro, y los
cambios sociales y 3) los cambios que producirá en la ética.
El salto cualitativo que se está
instalando en nuestras vidas es que los robots ya no son solamente proyectos de
automatización, son máquinas capaces de aprender, con autonomía decisoria, potenciados por la IA y el tratamiento de los big data, y cuyos costes se han
abaratado enormemente, lo cual los extiende a velocidad de vértigo por todas
las actividades humanas y en todo el mundo.
3.) La dimensión ética.
‘’El ordenador nunca es una
herramienta neutral.
Influye, para bien o para mal,
en la forma de trabajar y pensar de
una persona’’.
Nicholas Carr. ‘Atrapados’. Taurus.
Cuantas mayores prestaciones
incorporen los robots, éstos asumirán mayor control sobre nuestras relaciones,
cuantas mayores habilidades desarrollen ellos más habilidades perderemos
nosotros por desuso, esto ya sucede en muchísimas actividades que hoy realizan
los ordenadores, sea en medicina, o capacidad de orientación, en asesoría o
toma de decisiones, porque la adquisición de conocimientos no está separada de
la práctica diaria de habilidades con nuestro cuerpo, la implantación masiva de
los algoritmos en todos los trabajos está
provocando nuestro aislamiento del entorno, despojándonos de sensibilidad y
curiosidad, elementos de nuestra capacidad de aprendizaje, incluidos nuestros
errores. –Lean a Nicholas Carr, Evgeny Morozov, Viktor Mayer, Kenneth Cukier-
Los problemas que aparecen abren un
mundo nuevo por explorar. Los robots pueden generar menos errores que los seres
humanos, un coche robotizado puede tener menor índice de siniestralidad que un
coche conducido por una persona, pero, si un coche conducido por una persona causa
un accidente, quien lo conduce debe asumir sus responsabilidades. ¿A quién
haremos responsable de los actos robóticos? ¿De quién será la responsabilidad
de matar? de quien dio la orden? Y ese, quien fue, el programador que creó el
algoritmo, o quien lo metió en una máquina que fabricó y posteriormente vendió?
o de quien llevó la máquina a un territorio y la puso en marcha? Será una
responsabilidad individual o compartida, o tan amplia que se diluya hasta
desaparecer?
Entramos en una etapa global, de
altísima complejidad por la aportación de algunas soluciones a problemas
productivos, al tiempo de generar problemas de relaciones sociales sin respuesta,
una situación muy difícil de abordar, pero que sin duda hay que dedicar
atención urgentemente. Para situarse recordemos que las máquinas a finales del
siglo XX, ya realizaban tareas automatizadas de mayor o menor complejidad en
múltiples sectores productivos, manufactureros, financieros, comerciales, de
transporte, de comunicación, etc. la cuestión ahora tiene una nueva dimensión
que nos desborda y no sabemos hasta donde podrá llegar, las máquinas están
empezando a aprender por sí mismas, machine
learning, y lo hacen muy rápidamente y están conectadas entre sí
globalmente.
Una máquina situada en cualquier esquina
del planeta, realmente unos algoritmos o programas, puede interactuar con otras
máquinas de cualquier país, apagar o encender fuentes energéticas, poner en
marcha o parar sistemas de producción, variar órdenes masivas de producción, o
militares, puede influir en las comunicaciones y modificar su control… Las
agresiones e interferencias con alto grado de invisibilidad entre estados, o entre
grupos políticos, económicos, religiosos… entre sí y contra países, serán
enormes, la capacidad de organismos internacionales para intervenir y resolver
conflictos disminuirá respecto a las conocidas de finales del siglo XX.
El impuesto a los robots, es una discusión que comienza a
extenderse, al igual que la implantación de la renta básica, ambos debates no son más intentos de
adaptación a los nuevos problemas de relación social que se vislumbran. Con
menos trabajos realizados por personas, habrá menores cotizaciones sociales
para mantener el estado de bienestar, las pensiones serán imposibles de
mantener, al tiempo se producirá menor consumo, la demanda disminuirá, por lo
que el estancamiento económico podría ser crónico. En teoría, los neoliberales,
basaban el crecimiento económico mundial a corto y medio plazo en el aumento de
las clases medias en los países emergentes, lo cual se produjo en estos años de
transición entre siglos, pero dicho aumento ha frenado repentinamente su
crecimiento en los países emergentes y ha reducido drásticamente las clases
medias occidentales.
Unas
ideas sobre el impuesto a los robots y la renta básica:
La idea de implantar una renta
básica parece que se abre camino, no está muy alejada de actuales prácticas
occidentales, también españolas, con múltiples cuantías y aplicaciones existen
formatos cercanos a la idea básica de que en un mundo que genera muchísima riqueza,
la existencia de desigualdades profundas solo puede conducir a situaciones no
soportables de extrema ineficiencia. El impuesto a los robots es muy pronto
para saber que recorrido tendrá, a pesar de tener argumentos sólidos, tanto a
favor como en contra y éstos no solo de los defensores de la propiedad privada
como derecho incondicional, también tiene argumentos contrarios algunos defensores
de la renta básica, entre otras razones por las dificultades que entrañaría
definir a qué máquina se aplicaría el impuesto, con qué grado de automatización…
otros argumentan a favor como la asimilación de cotización por trabajar que
tienen hoy los trabajadores.
Un problema a considerar es la
propiedad del conocimiento. El crecimiento tecnológico en todo país nunca
estuvo basado ni exclusiva, ni fundamentalmente, en inversiones privadas dado
que la inversión pública, del Estado, en educación y en proyectos estatales es
la base del desarrollo tecnológico, -Google no existiría de no haber existido la
internet militar de EEUU, que realmente fue el primer paso de Internet- así parece
lógico que al Estado, a todos, vuelvan retornos de esas inversiones en forma de impuesto
robótico, o sobre beneficios globales como defienden muchos.
Cuanta mayor extensión de nuevas
tecnologías en máquinas pensantes mayor pérdida de capacidades humanas.
Estudios en los pilotos de avión demuestran que existe un enorme pérdida de
capacidad de los nuevos pilotos respecto a los antiguos para maniobrar en
situaciones límite, como vemos a nuestro alrededor que habilidades humanas de
orientación, de memorización, de cálculo, etc. etc. se van perdiendo en la
medida que aumenta la utilización masiva de sustitutivos tecnológicos. Nuestra
forma de ser cambia, nos hacemos más dependientes de algo externo a nosotros,
dependemos de una fuente de energía que suministre al móvil, al coche o al
robot, nos ponemos en manos de otras fuerzas que no controlamos y que configuran
las pautas de comportamiento de las que resulta dificilísimo apartarnos,
incluso comprenderlas. Nos consideramos anti sistemas, pero estamos abrazados a Apple, Facebook, Amazón, Netflix, Google … por tanto, sometidos a las redes del sistema,
enamorados de internet y las redes sociales, soñamos con el solucionísmo
tecnológico… y solo cuestionamos a los políticos, ni siquiera al poder político.
Muchas de las decisiones aplicadas
por los robots son realizadas al margen de sus creadores, por ejemplo en el
sector financiero, dadas las pautas de actuación pueden enredarse y provocar
procesos bajistas que producen crash bursátiles al margen de sus responsables.
Los datos leídos por robots pilotos-automáticos, pueden desencadenar accidentes
de avión al no interferir personas que pudieran darse cuenta de errores por averías
u otras circunstancias no consideradas por las máquinas. Evidentemente los
humanos también se equivocan, por ello son responsables, pero, ¿en el caso de
las decisiones tomadas por robots, quien sería el responsable?
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