Muchos de los activistas y electores de la llamada nueva política, creyeron que la victoria era sencilla, confiaban en ganar porque estaba claro lo horrible de las políticas del gobierno del PP. Estaban convencidos de que la mayoría de la gente pensaba como ellos, esa ilusión fomentada por la consigna de 'somos el 99%'. Se equivocaron, no hubo fuerza suficiente como para que perdieran los otros, pero los otros no tuvieron tanta para vencer. En el mundo de los otros es muy difícil entrar, hacerse oír por los votantes azules desde posiciones de izquierdas hoy es una ilusión, solo escuchan a C's, los únicos con posibilidad real de cambiar algo a ese electorado. Pero, en el otro mundo tenemos nuestros problemas y responsabilidades, nuestros propios errores y miserias.
El
mundo de mentiras ilusionantes forma
parte del trasfondo del impasse en que estamos instalados. La realidad es más
dura y difícil de transformar que lo pensado por multitud de jóvenes y modernos
militantes internautas de los nuevos partidos, las bases de redes sociales son
más rápidas en comunicar y hacer ruido, pero más inestables que las
tradicionales, el propio medio internet lo fomenta. Crear una organización es
muchísimo más complicado que sumar adeptos en las redes, y además los
seguidores en las redes sociales solo son una pequeña parte de la realidad pero
sus integrantes tienen tendencia a considerarse la totalidad del mundo. En la
realidad todo partido tendrá que confrontar sus mensajes y políticas en todos
los aspectos, con todas las organizaciones con todos los electores jóvenes,
maduros y viejos, hombres, mujeres, activos y parados, etc. etc. y no solo
vivir colgado en su red.
La gran pérdida de 1.2 millones de votos
en la suma de la coalición UP debe explicarse a partir de varios aspectos: desde
la diferente visión de los problemas, objetivos y campaña de una agrupación poco
consolidada, por su muy distinta composición militante de cada integrante de la
coalición, dentro de cada grupo o corriente, con amplias diferencias tanto de objetivos
por los que luchar a medio y largo plazo, de modelo de sociedad a construir, como
de formas organizativas, disciplina interna, deliberación y toma de decisiones…
como de energías a dedicar a la construcción de apoyos populares, de formas expresivas,
de estilos de hacer política, incluso de ética. Tiene una parte de su
explicación en la mayor volatilidad de sus apoyos electorales afectados en
mayor medida por el solucionismo
internauta dado el mayor peso juvenil-internauta entre el electorado de los
nuevos partidos.
El papel de internet y las redes sociales, es diverso
y presenta dos caras. Por un lado, abre bastantes puertas al margen de los
poderes tradicionales, -no solo gobiernos y poderes económicos, también los
tradicionales de partidos y élites…- permite a los individuos aislados u
organizados, una rápida conexión y gran comunicación de ideas, convocatorias e
imágenes, facilita el acceso a la mayor información que haya existido
nunca, -hasta el punto de ocultar lo importante por aplastamiento de cantidad y
diversidad y por tanto generar un problema nuevo en la selección y búsqueda de
lo útil-.
Internet posibilita la incorporación de millones de
personas a movilizarse, al margen de su encuadramiento en movimientos ya
existentes, ONG’s, partidos y sindicatos tradicionales, permite la
transversalidad en la movilización por cuestiones concretas sin necesidad de
encuadramiento global previo, -militantes de partidos distintos, activistas con
bases programáticas diferentes, se unen en los movimientos árabes, el 15-M,
etc.- y al facilitar la inmediatez en la transmisión deliberativa y toma de
decisiones, abre una real posibilidad de mayor y mejor participación
social entre representados y representantes, entre consumidores y empresas,
entre individuos y grupos, entre diversos grupos, etc.
Pero internet y las redes sociales también impulsan
otros aspectos de relación no tan positivos, que giran en torno a la
entronización de la superficialidad como norma de conducta supuestamente válida
para atacar a los poderes, llegando a entronizar en millones de mentes una
supuesta facilidad para iniciar la
revolución, fundamentada en la tecnología, en vez de en las luchas de
los seres humanos quienes se valen de los medios a su alcance en cada momento.
La tecnología será al fin y al cabo un medio, en manos de los movimientos
sociales podrá ser una herramienta poderosa, siempre que existan los activistas
políticos.
Una derivada de la complacencia social a que hacía
mención anteriormente, aparece en la aceptación masiva que tienen las nuevas
formas de protestas blandas, ‘suavecitas’, que tienden a ser percibidas como
suficientes para calmar millones de conciencias y sustitutorias de otras formas
de presión y manifestación utilizadas hasta hace poco. Las redes sociales
tienden a engañar respecto
al poder transformador de los poderes económicos y políticos al sustituir
formas de presión que requieren esfuerzo y provocan enfrentamientos y riesgos,
por las modernas formas blandas que difunden, en muchos casos cuasi juegos, y
que todo el mundo acepta por su facilidad y poco riesgo, incluidas las grandes
corporaciones causantes de gran parte de los problemas que se quieren resolver
con apretar un botón, mandar un
mensaje, apagar la luz, etc. etc.
En los casos conocidos, por ejemplo, la primavera
árabe, tiende a magnificarse el papel de las nuevas tecnologías en cuanto a
comunicación y convocatoria. Al poner tanta luz sobre este aspecto ciega el
papel que representan las bases reales sobre las que se asentaron las
revueltas, los movimientos físicos de miles de personas, cuya resistencia
durante bastante tiempo, peleas, manifestaciones, luchas callejeras, reuniones
y organizaciones de grupos antes de la primavera, que provocaron innumerables
muertes, represión, torturas,… fueron imprescindibles para que
posteriormente con internet tomaran una nueva forma en Túnez.
Las luchas por concretas necesidades vitales y falta
de derechos, contra injusticias, explotación y represión, de cualquier
movimiento individual y colectivo habrán de salir a las calles, y supone
siempre un enfrentamiento con los poderes y nunca una fiesta. En el mundo
occidental gran parte de las protestas vinculadas a redes sociales contienen un
marcado carácter festivo y facilón,
difícil de ver en los países árabes y emergentes, en donde los muertos,
torturas y las cárceles han rodeado sus protestas antes de ser difundidas por
los medios a raíz de la primavera árabe con excesiva luz en lo nuevo
oscureciendo los tradicionales riesgos de las luchas.
Son los votantes los que no dan victorias
suficientes a partidos que pudieran desatascar la situación, lo viejo no
termina de desaparecer y lo nuevo no llega a vencer a lo viejo, yo no creo que
el electorado al votar ordene que se pongan de acuerdo. Ítem más, los electores
en las encuestas dicen querer pactar, pero si hablan directamente con ellos ninguno
acepta que su partido ceda ante otro, los electores de cada color en las
discusiones de calle o bar ponen a parir a los militantes de sus partidos si
cedieran ante los de enfrente. Todos quieren pactar… pero siempre que los otros
cedan, todos dicen querer llegar a acuerdos, pero realmente pretenden sumar a
los otros a sus posturas y no ceder una parte de las suyas; cada individuo,
cada grupo de electores, cada partido, dispone de la verdad verdadera y es depositario de la ética universal que no
reconocen pudieran tener los otros. Todos dicen querer pactar, pero de hacerlo tendría
que ser con aquellos a los que insultan y desprecian. Rara forma de entenderse.
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