En una
democracia se trata de ser solidario con todos tus conciudadanos. Aceptas a
todos sin atender a sus orígenes, su idioma o su religión. Y el secesionismo es
lo contrario. Con el secesionismo eliges a quiénes quieres mantener como
conciudadanos y a quiénes quieres
convertir en extranjeros… Stéphane Dion impulsor de la Ley de Claridad en
Canadá.
La
democracia está desapareciendo de los alrededores del independentismo. No es
democrático pretender derechos para unos pocos dejando tirados al resto, y de
eso se trata cuando se intenta la secesión. Una separación de Cataluña del
resto de España comportaría inmediatamente la salida de la Unión Europea, lo
cual supondría privar de los derechos europeos a más de la mitad de la
población catalana. Por descontado una autodeterminación de Cataluña y su
inmediata puesta en marcha de fronteras, no solo físicas, implicaría despojar
de los derechos en cuanto españoles de la mitad de los catalanes. Les aseguro,
por todo lo que llevamos visto, que los derechos en cuanto españoles, son muy
superiores a los que tendrían en cuanto solo catalanes.
Supongamos que la lucha
por lograr el divorcio, como derecho democrático, hubiera supuesto la
obligación de divorciarse para toda la población, y además obligarlo a fecha
determinada, de tal manera que el derecho a divorciarse para algunos, supondría
para otros quitarles derechos a no hacerlo, al menos en ese momento. Imaginen
lo absurdo de una parte que obligue al conjunto a aceptar como derechos
exclusivamente sus preferencias identitarias, a fecha precisa y concreta. Así
es como funciona el independentismo, pretender lograr un derecho para algunos,
arrebatándoles otros derechos a la mitad de la población, derechos hoy
recogidos en la Constitución y en la legislación europea.
Hasta tiempos recientes la
lucha por incorporar nuevos derechos democráticos no ponía en cuestión derechos
anteriores de las personas que los tuvieren y no pretendieran ejercer los
nuevos derechos. En democracia era compatible un derecho nuevo para algunos,
con el mantenimiento del derecho a no obligar para otros conjuntos. El ejemplo
del divorcio es claro, como lo es la despenalización del aborto en determinadas
condiciones, lo cual no obliga a toda la población a abortar. Así ocurre
también con el derecho a casarse entre personas del mismo sexo o en general los
derechos de colectivos LGTB. En ningún caso los nuevos derechos suponen
obligación de practicarlos por los ciudadanos que tuvieran otras identidades.
En el caso de las
actuaciones nacionalistas, independentistas, nos encontramos en una situación
anormalmente antidemocrática aunque es abrazada por apoyos muy diversos,
algunos entre los cuales hay sectores de izquierdas que olvidaron la
universalidad de los derechos en unidad de libertad, igualdad y fraternidad o
solidaridad. Los derechos universales que puso en marcha la Revolución Francesa
apartaron, dejaron a un lado los derechos de antigüedad y linajes, por nacer de
una familia con determinados apellidos no tendría por qué tener mayores
derechos, lo cual se olvidó hace tiempo en Cataluña. La secesión obliga a
todos, quieran o no a tener la misma historia asumida, las mismas preferencias,
mismo idioma, o de lo contrario ser considerados traidores, y por tanto
relegados y/o apartados del conjunto social.
Los derechos universales,
iguales para todos, hace tiempo que están aumentando solo para los indepes a
costa de disminuir para los catalanes no indepes. Los nacidos en Cataluña, ellos
los consideran catalanes de primera o de segunda, en razón a su lucha por la
independencia, por su linaje, dependiendo de sus apellidos, en función del uso
del idioma catalán, mejor si es exclusivo. Igual les dará que todos hayan
nacido en Cataluña y que todos paguen impuestos, igual dará que todos estén
amparados y sometidos a iguales leyes generales y derechos constitucionales y
europeos, los mejores puestos de mando, de decisión y representación social
encontrarán una primera criba en linaje, apellidos e idioma.
Por ejemplo, si miramos en
el Parlament comprobaremos que los representantes son cerca de un 80% catalanohablantes, mientras que en la
sociedad son solamente un 37%. Aunque la mayoría de los apellidos en
Cataluña sean similares a los clásicos de toda España, ‘’hemos constatado que un grupo de familias con apellidos que sólo están
presentes en el 13% de la población catalana copan el 40% de todos los cargos
políticos catalanes’’ además hay un 71% hombres y 29% mujeres, en ‘Radiografía
de la clase política catalana’, estudio realizado por Convivencia Cívica Catalana
sobre 13.456 cargos políticos catalanes. Existe una clara sobrerrepresentación
que muestra la otra cara de la misma moneda, represión a los
castellanohablantes que son el 48%. Esto es parecido a lo que ocurría con los
derechos del antiguo régimen, aquí asumidos por el independentismo.
Aunque el uso del idioma se defendió en el
pasado con el argumento del derecho internacional a usar la lengua materna,
desde hace años, el idioma común mayoritario entre la población catalana,
procedente de lengua materna es el castellano, que ahora se persigue y reprime.
El doble rasero se aplica, antes valía el argumento, pero ahora para aplicarlo
en general ya no vale porque perjudica la dominación. Al repasar cifras de las
élites catalanas en cualquier lugar de poder político, encontramos una enorme
desproporción entre las categorías mayoritarias en la sociedad y sus
representantes.
Cuáles cree q son los principales problemas de Catalunya. 2a onada 2013
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