En el último mes se ha vuelto a desencadenar un huracán sobre
nuestras cabezas. El Gobierno PP, ha fracaso rotundamente en sus
intentos de generar confianza en los mercados, -y entre los españoles-
nos llenaron de bravatas durante 2009, 2010, 2011, en cuanto llegaran al
poder, se restablecería la confianza, ellos sí sabían lo que había que
hacer, etc. etc.
Resultados de 2012, en cinco meses de gobierno,
la prima de riesgos está en máximos históricos, recortes por doquier
cada viernes desdiciéndose de toda palabra o escrito anterior, el
déficit aumentando a borbotones por sus queridas administraciones CCAA,
la reforma laboral generando oleadas de nuevos parados, los bancos a
punto de quebrar...
El gobierno reparte culpas con un ventilador, a todas partes, menos a ellos, la última batalla financiera con el escándalo de Bankia,
ha pulverizado la confianza del Banco de España y otras instituciones
del Estado, por ejemplo sus estadísticas. Con sus terrores y aspavientos
últimos, ha dado un nuevo paso en el camino de la intervención pidiendo
la presencia de inspectores y auditores del BCE, resto de Bancos
Centrales, la EBA, el F.M.I. de la UE y lo que es mucho peor ha metido ‘las zorras en el gallinero’ al contratar a Wyman y a Goldman para que auditen. Ya saben, mantengo que la intervención es una cuestión de grados.
La deuda pública ha vuelto a sufrir ataques que han llevado la prima de
riesgo por encima de 500, estamos pagando por el bono a 10 años,
intereses superiores al 6%, en la senda de la intervención fue tomada
para otros países al convivir varias semanas con la prima por encima de
400. Recordemos que los primeros recortes de Zapatero en mayo de 2010 se
efectuaron con la prima situada a la mitad de cómo está ahora.
Cuando nos referimos a la deuda pública, condensamos en ese concepto muchos problemas entrelazados, -como explico en el libro ‘La deuda es mucho más que deuda’-
no solo pesa la deuda del Estado, la presente, también el déficit, cuya
cuantía y velocidad influirán en el crecimiento de la deuda, que a su
vez se ve influida por la enorme deuda privada y los gigantescos
problemas financieros, que volcarán parte de sus deudas privadas sobre
la deuda pública. Complica el problema la alta proporción sobre el
total, de deuda externa y sobre todo la capacidad de pagarla. Ese es el
quid de la cuestión, ser capaz de pagar, lo cual implica crecer, y
dilatar el déficit, políticas que se verán fortalecidas por la victoria
socialista y que esperamos de Hollande y aliados, puedan imponer a Merkel y los suyos.
Para crecer es obligado destinar recursos, que no tenemos,
habría que realizar políticas expansivas en Europa y evitar gastar todos
nuestros recursos en el pago de intereses de la deuda, que hoy suponen
una cifra equivalente al subsidio de paro -30.000 millones €- . Para
crecer, necesitaríamos vender fuera, no es suficiente la demanda interna
constreñida por la crisis, para exportar a otros países es importante
mejorar la competitividad industrial, al igual que es importante para
reducir importaciones que ahora compramos en demasía respecto a lo que
vendemos porque lo de fuera parece más competitivo que lo que fabricamos
dentro–nuestra balanza comercial, y por cuenta corriente, es
deficitaria- .
La mejora de la competitividad, en momentos de crisis se ha
hecho devaluando la moneda, aumentaba la productividad a consecuencia de
la bajada de salarios interna comparativa con los compradores
extranjeros. Hoy dentro del euro no es posible hacerlo cuando y como
queremos los países menos competitivos. Se trataría no solo de devaluar
el euro respecto al dólar, sino de nivelar algo más la eurozona,
aumentar precios y salarios en Alemania que aumentara su demanda interna
y redujeran su competitividad relativa, que el BCE bajara otro poco los
tipos de interés acercándolos a cero, generar crecimiento y apoyarse en
inflación suficiente, la gran aliada histórica de los procesos de
reducción de deuda –algo que ni de broma quieren oír los alemanes que
tienen terror a la inflación-.
Que la eurozona comience a generar crecimiento y dilatar en
varios años los objetivos de déficit, será condición imprescindible para
evitar nuestro colapso, tanto el del sistema financiero como el del
Estado, cada vez más unidos, cuyas repercusiones sufriremos el 99%.
Tener algo de tiempo para frenar nuestra depresión que tal como está nos
lleva a los 6 millones de parados este mismo año 2012, y sin tocar
suelo. Romper la depresión, crecer algo, conseguiría desapalancar deuda y
frenaría el imparable destrozo del paro, generando algunos ingresos al
Estado para equilibrar las cuentas, ahora muy disminuidas en ingresos y
aumentadas en gastos críticos –paro e intereses de deuda- .
Nos hemos convertido en el país europeo con menores ingresos
fiscales, en proporción al PIB, sin duda consecuencia de la depresión,
pero también de nuestro sistema fiscal que evidentemente necesita una
reforma urgente, por estar claramente obsoleto y ser altamente beneficioso
para ricos, grandes empresas, defraudadores…
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